Ayer hubo un accidente. Ya todo el mundo estará enterado de ello, puesto que para propagar las malas noticias los medios de comunicación tienen un don. Pero no quiero hablar del accidente, si no de lo que esta noticia a hecho en mí.
Este tipo de sucesos me hacen pensar, o más bien recordar, que nadie está libre de no llegar a viejecito. Todos sabemos que los accidentes y enfermedades están ahí, que hay cientos al año, y que personas a quienes aún les quedaba mucha vida por delante se van antes de lo esperado; y sin embargo, yo suelo pensar que a mí no me tocará. Pero noticias como esta me hacen ver la mentira en la que vivo. Porque aunque lo natural sería morir a los noventa y tantos, no sabemos dónde la tenemos, cuando se acabará este sueño que vivimos.
Me hacen sentir que no aprovecho cada día como debiera por dar por hecho que otro vendrá detrás, que tendré otra oportunidad de hacerlo bien, de hacer lo que quiero, de sacar el máximo partido al día. Pero, ¿Y si este fuera tu último día?
Está claro que no podemos vivir el carpe diem literalmente, porque honestamente, si realmente viviéramos así, yo sé que cada día lo emplearía en una sola cosa y me olvidaría de querer trabajar y del futuro, pero desgraciadamente del aire no se vive.
Pero sí podríamos tomarnos nuestro tiempo más enserio. Es un bien que se nos da gratis, y creo que por ello nos olvidamos de la suma importancia que tiene. Cada día, cada hora, cada instante cuenta. Creo que lo ideal sería irse cada día a la cama con la sensación de que hemos dado el máximo de nosotros mismos. Y no sé vosotros, pero yo pocas veces me voy así. Casi siempre siento que podía haber hecho más. Nadie nos va a exigir que hagamos 100 cosas en el día, ni que acabemos una lista imposible, pero creo que todos sabemos de lo que somos capaces si nos los proponemos y la sensación que nos embarga cuando lo hacemos bien o mal. Es muy diferente acostarse con el remordimiento de no haber hecho todo lo que queríamos por haber remoloneado un poco (sí, siempre existen excusas, pero sabemos en realidad por qué no lo hemos conseguido) y la sensación de sentirse bien porque, pese a no conseguir todo lo que querías, realmente hiciste todo lo que pudiste.
No sé, quizás soy yo la única que se siente así a menudo, pero me he dado cuenta de que quiero acostarme cada día como si fuera el último, con esa satisfacción de decir "hoy fui la mejor versión de mí y si mañana me pasa algo, al menos sabré que viví la vida extrayendo de ella todo lo que pude".
Y tú... Si mañana ya no estuvieras aquí... ¿Viviste tu vida como querías? ¿Diste lo máximo de ti o podrías haberlo hecho mejor? Y si es así ¿Por qué no lo hiciste?
Creo que cada noche me recordaré estas preguntas, no para acordarme de lo malo, si no de esta sensación que tengo ahora mismo: ¡Quiero comerme el mundo y disfrutar de cada instante!
Feliz miércoles a todos
P.D. Lamento si esta entrada es demasiado alegre o triste según la persona que la lea. Entiendo que ahora habrá personas que estén sufriendo mucho por la pérdida de seres queridos, pero no pretendo ser insensible. Simplemente intento sacar de cada situación algo bueno, incluso de lo que no tiene nada positivo. Espero que nadie se sienta ofendido con la referencia al accidente.